A
finales del siglo X ya se tenía conocimiento del fenómeno de la
cámara oscura, al haber sido descrito perfectamente por la ciencia
árabe, concretamente Alhazen (965-1038), quien aplicó el principio
de la cámara oscura para explicar la formación de la imagen visual
en el ojo
Leon
Battista Alberti, habla en
1435, en uno de sus tres tratados de pintura llamado
“Circumscriptione”
del contorno de los cuerpos, utilizando el llamado “velo” para
trazar contornos precisos.
El
“velo” de Alberti
permite la reducción de
escala del natural al dibujo, utilizando un bastidor con una
cuadrícula y un punto de mira fijo.
El dibujante utilizaba una
superficie de dibujo igualmente dividida que el velo para dibujar en
cada cuadrícula lo observado desde el punto de mira.
En el
Renacimiento, fue Leonardo Da Vinci (1452-1519) quien impulsó el
desarrollo de la cámara oscura en relación con las prácticas de la
pintura. Leonardo sentía una gran curiosidad y fascinación por el
fenómeno de la cámara oscura, que permitía “hacer pasar por un
pequeño orificio los rayos de luz sin confundirse unos con otros”.
Fue Leonardo el primero en añadir una lente al orificio por donde
entra la luz, con el fin de obtener imágenes más nítidas y
luminosas.
En
relación con el arte del siglo XVII, existen numerosos estudios que
tratan de implicar el uso de la cámara oscura con la pintura
holandesa de este siglo debido a su “apariencia de realidad”. Más
concretamente, se ha intentado demostrar cómo utilizó Vermeer la
cámara oscura.
Aunque
no existen testimonios contundentes acreditando la utilización
sistemática de la cámara por los grandes artistas, su uso
por viajeros y dibujantes profesionales está perfectamente
documentado a los largo de todo el siglo XVIII y en el XIX, la cámara
oscura llegó a adquirir el rango de asignatura para los estudios de
Bellas Artes.
La
“Encyclopédie” de Didderot y D’Alambert divulgó en la segunda
mitad del siglo XVIII, mediante las dos láminas de su artículo
“Dessin”, dos modelos de cámaras conocidas y utilizadas
en este siglo.
La
construcción de cámaras se generalizó en el siglo XIX y
fueron la aportación tecnológica inmediata para la invención de la
fotografía. De hecho Nicéphore Niepce, inventor de la
fotografía en el 1827, compró en 1826 una lente de menisco en la óptica que los ingenieros Chevalier
tenían en Paris, para su cámara.
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